Llegados a esta altura del
año, son muchos los hogares españoles, donde por nuestras raíces culturales y
religiosas, se pone en un rincón bien elegido de nuestras casas el Portal de
Belén, o como siempre se le llamó en casa de mis abuelos, el Portalito de
Belén.
Un montón de figuritas y
personajes increíbles empiezan a colocarse por aquí y por allá…
Los Reyes Magos
junto a sus pajes y camellos, los pastorcillos con sus ovejas y después una
buena lista de artesanos de la época como carpinteros, herreros, panaderos, etc. Van tomando posiciones en cualquier
Portalito que se precie y siempre bajo la atenta mirada de los más pequeños de
la casa.
El lugar más importante es un establo donde María y José tuvieron que
cobijarse para que naciera su hijo, el Niño Jesús. Y junto a ellos, dos
animales, sólo dos, un buey y una mula…
Pues bien, ya son muchos años que en
estas fechas, cuando en casa ponemos El Nacimiento, siempre se me pasa por la
cabeza la misma pregunta, ¿y donde está el perro?, ese canis familiaris que
seguro habría en ese establo o en sus proximidades.
Si la ciencia nos dice que
los últimos hallazgos arqueológicos demuestran que hace aproximadamente 30.000
años que el canis lupus familiaris ya compartía su vida con el homo sapiens, y además sabemos que el perro es el animal que
más ha sido domesticado y seleccionado por el hombre (muy por delante del buey
y la mula), cuesta creer que 28.000 años después (fecha del nacimiento de
Jesús), no hubiese ningún perro pastor guardando y vigilando ese establo, y por
tanto, acompañando a María, a José y al Niño Jesús que acababa de nacer; ¿no os
parece?.
Por eso os invito a que
pongáis una figurita de un perro en vuestro Portal de Belén, en un lugar
privilegiado, porque imaginar la presencia de un perro junto a María, José y su
hijo Jesús, no es nada descabellado para la realidad de un animal tan
admirable, tan noble, tan social y tan unido a nuestro pasado y a nuestro
presente; y seguro que a nuestro futuro.
En Cliveal
ya hace muchos años que en nuestro particular Portal de Belén un perro (este año le toca a un dálmata) acompaña
al buey y a la mula, en un lugar predominante y destacado, dando la bienvenida al Niño Jesús.
Ahora que la Terapia Asistida con Perros se
ha demostrado como una herramienta tan importante y potente en el desarrollo de
los niños, quiero creer que Jesús también tuvo su perro particular durante su
nacimiento y su niñez.
Si has llegado hasta aquí leyendo,
estés de acuerdo o no conmigo, te doy las gracias de corazón y te deseo una ¡Feliz
Navidad! en compañía de tus seres más queridos, entre los que seguro tu Perro ocupa un lugar muy importante.
Pedro
Baquero.
(Educador
Canino, Criador, Especialista en Terapia Asistida por Perros)